José María León y Domínguez nació en Cádiz el 28 de julio de 1838. Estudió en el seminario conciliar gaditano de San Bartolomé, situado en la planta alta del edificio que había sido convento de los jesuitas de Cádiz hasta su expulsión en 1767.
Este inmueble pasó a ser de propiedad municipal después de la desamortización, estando dedicado a escuelas públicas; pero la última planta estaba cedida por entonces provisionalmente al obispado para ubicar el seminario. Posteriormente fue catedrático del mismo seminario, dando clases de Humanidades, Filosofía, Teología, Literatura, Retórica y Poética.
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EDIFICIO DONDE SE ENCUENTRA EL SEMINARIO, CON LA IGLESIA DE SANTIAGO
A LA IZQUIERDA, PARTE DE LA FACHADA DE LA CATEDRAL
Su obra Recuerdos Gaditanos, (Cádiz, Tipografía de Cabello y Lozón, 1897) resulta
de gran importancia porque relata acontecimientos de Cádiz que él mismo vivió
en primera persona.
Sus relatos sobre hechos protagonizados por los obispos gaditanos de la segunda mitad del siglo XIX, y entre ellos los dedicados a fray Félix María de Arriete y Llano, el obispo que ocupó la silla durante el Sexenio Democrático (1868-1874), resultan de gran
importancia porque, con todo lo que tienen de apologéticos y laudatorios, con la intención de ensalzar a los católicos (seglares y eclesiásticos) que se habían distinguido en su oposición a los intentos secularizadores en Cádiz, muestran aspectos personales y datos biográficos que no aparecen en
documentos oficiales.
El padre León encabezó, junto con
el presbítero Francisco de Asís Medina, una expedición de gaditanos que
participaron en una peregrinación
española a Roma en octubre de 1876.
El obispo fray Félix se excusó en su habitual
mala salud para no viajar al frente de la expedición, administrando la comunión a los
peregrinos antes de su salida. Los peregrinos visitaron previamente la Basílica del Pilar, Lourdes, Padua, Asís y Loreto.
Una vez en Roma, el papa Pío IX recibió de los
gaditanos, como presente, un crucifijo de marfil (que se encuentra representado en la imagen del padre León que inicia esta intervención) y un libro con poesías de varios autores católicos.
Entre estos autores estaban el gaditano Adolfo de Castro, del que he hablado al tratar sobre el derribo del convento de los Descalzos; el jerezano Sebastián Herrero y Espinosa de los Monteros, que había sido arcipreste de Cádiz hasta 1875 (y a partir de ese año obispo de Cuenca, Vitoria, Oviedo, Córdoba y por último, entre 1898 y 1903, arzobispo de Valencia y cardenal), y el mismo José María León y Domínguez.
Entre estos autores estaban el gaditano Adolfo de Castro, del que he hablado al tratar sobre el derribo del convento de los Descalzos; el jerezano Sebastián Herrero y Espinosa de los Monteros, que había sido arcipreste de Cádiz hasta 1875 (y a partir de ese año obispo de Cuenca, Vitoria, Oviedo, Córdoba y por último, entre 1898 y 1903, arzobispo de Valencia y cardenal), y el mismo José María León y Domínguez.
Al año siguiente de dimitir fray Félix, en
1880, el nuevo obispo de Cádiz, Jaume Catalá i Albosa, nombró al padre León beneficiado de la catedral
gaditana.
En 1887, un nuevo obispo, el gaditano Vicente Calvo Valero (compañero de Francisco de Lara -El "Padre Cayetano"-, Fernando Hüe y Sebastián Herrero en el Cabildo Catedral de Cádiz) lo designó canónigo de la catedral gaditana.
EL OBISPO CATALÁ, SUCESOR DE FRAY FÉLIX
En 1887, un nuevo obispo, el gaditano Vicente Calvo Valero (compañero de Francisco de Lara -El "Padre Cayetano"-, Fernando Hüe y Sebastián Herrero en el Cabildo Catedral de Cádiz) lo designó canónigo de la catedral gaditana.
León fue miembro de la
Academia de Buenas Letras de Sevilla y de la Real Acadenia Española de la
Lengua. Falleció el 11 de abril de 1906.
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