La sanción constitucional de
la libertad de cultos de 1869 anunciaba en España un cambio importante a favor de los
protestantes, pues por primera vez podían practicar su culto públicamente
dentro de la legalidad.
Los metodistas afirmaban ese mismo año que habían
efectuado una amplia difusión de la palabra de Dios por España y que no había
prácticamente un puerto o ciudad importante que no hubiera sido visitado.
Madrid, Barcelona, Málaga, Sevilla y Cádiz se habían convertido en “grandes
centros”, desde los cuales las zonas inmediatas habían “sido trabajadas
cuidadosamente”.
Sevilla era “el cuartel general de la misión” en el sur de
España, y Cádiz, junto con El Puerto de Santa María y Jerez, habían sido
visitados. Los metodistas pensaban que la reciente apertura revolucionaria aconsejaba
no abandonar. Un agente conocedor de España y su lengua estaba iniciando
trabajos para volver.
El 14 de mayo
de 1869, el Sínodo de la Iglesia Unida Presbiteriana recomendó al Comité para
las Misiones, “tomar ventaja de las favorables ventajas abiertas ahora para
extender el Evangelio en España”. La visita al país del reverendo H. M. MacGill
llevó a seleccionar Cádiz como “centro de operaciones”.
Los evangelistas
escoceses o presbiterianos enviaron en 1870 a un representante a Cádiz, bien
provisto con Evangelios, y la ciudad conoció su primera misión presbiteriana, que abrió el 1 de mayo de 1870 una
capilla y dos escuelas de niños. Su sede se encontraba en la calle Bilbao número
19 (muy cerca del convento de monjas agustinas de La Candelaria), contando con dos pastores: Abraham
Ben Ollier, un judío converso procedente de Gibraltar que
había sido vendedor de babuchas en Orán, y el joven Manuel Canencia, procurador de profesión, que solía asistir a
las reuniones del Casino Republicano, donde se reunían los republicanos más
templados de la ciudad.
Los recién
llegados pertenecían a la Iglesia
Reformada Española, surgida tras una asamblea
general de distintas congregaciones existentes en España, reunida en 1869 en
Sevilla. (En 1872 adoptarían el nombre de Iglesia Cristiana Española, pasando posteriormente a su denominación actual: Iglesia Evangélica Española). La casa de la calle Bilbao era demasiado
pequeña y en 1870 estaban buscando otra de mayor capacidad. The Sunday School Teacher. A magazine of essays, lessons, ilustrative material, educational notes, and inteligence, vol. IV, London, Sunday School Union, 1871, en su página 217, pedía urgentemente ayuda a los cristianos de Londres para aportar fondos para encontrar una casa adecuada para los evangélicos gaditanos.
Al parecer, y como sucedió en otras partes del país, los neófitos protestantes surgidos en Cádiz tras la revolución pertenecían a las clases sociales más bajas de la localidad. No obstante, esta consideración pudiera haber sido exagerada por la propaganda católica. En esa dirección parece ir un informe del obispo de Cádiz fray Félix María de Arriete, de 1875, en el que expresa que los seguidores de la misión presbiteriana eran “poquísimos y de la clase más ínfima”, no habiendo en las escuelas más que doce niños y veinte niñas".
ABRAHAM BEN OLLIER
Al parecer, y como sucedió en otras partes del país, los neófitos protestantes surgidos en Cádiz tras la revolución pertenecían a las clases sociales más bajas de la localidad. No obstante, esta consideración pudiera haber sido exagerada por la propaganda católica. En esa dirección parece ir un informe del obispo de Cádiz fray Félix María de Arriete, de 1875, en el que expresa que los seguidores de la misión presbiteriana eran “poquísimos y de la clase más ínfima”, no habiendo en las escuelas más que doce niños y veinte niñas".
La misión debió
tener más éxito del supuesto por la autoridad eclesiástica católica local, pues
mereció la atención del "Padre Cayetano", pseudónimo del canónigo
de la catedral Francisco de Lara y Arjona, que distribuyó entre el público de Cádiz varios
folletos, en los que rebatía las doctrinas evangélicas, ridiculizaba a sus
pastores y seguidores y restaba importancia a su labor en Cádiz. Lara había sido canónigo en la colegiata de Jerez hasta que en junio de 1869 ocupó la vacante de José Joaquín de Palma en el Cabildo de la Catedral de Cádiz, por promoción de este a deán del mismo.
La actividad del Padre Cayetano surgió a raíz del conflicto local por el uso del cementerio municipal. Los protestantes querían ser enterrados en el mismo y la respuesta del Ayuntamiento de Juan Valverde fue cerrar el cementerio "de los ingleses" y no ceder en las peticiones de los protestantes, basándose en que el cementerio municipal estaba consagrado como católico y por tanto solo podía ser usado por los católicos. La pretensión de los protestantes contó con el apoyo de los republicanos de Cádiz y de algún juez, provocando el aumento de las críticas del clero gaditano contra los protestantes.
La actividad del Padre Cayetano surgió a raíz del conflicto local por el uso del cementerio municipal. Los protestantes querían ser enterrados en el mismo y la respuesta del Ayuntamiento de Juan Valverde fue cerrar el cementerio "de los ingleses" y no ceder en las peticiones de los protestantes, basándose en que el cementerio municipal estaba consagrado como católico y por tanto solo podía ser usado por los católicos. La pretensión de los protestantes contó con el apoyo de los republicanos de Cádiz y de algún juez, provocando el aumento de las críticas del clero gaditano contra los protestantes.
En ese contexto, el canónigo Francisco de Lara comenzó a escribir sus folletos
virulentos contra los presbiterianos de la calle Bilbao, usando seudónimo para no ser identificado como un clerigo contrario a la Constitución y a la libertad de cultos. Pienso que debió elegir el seudónimo en memoria del cardenal Tomás Cayetano, general de los dominicos, que se distinguió por sus esfuerzos para frenar a los luteranos y se entrevistó con Lutero.
El Padre Cayetano, es decir, el canónigo Francisco de Lara, no destaca como un clérigo especialmente
reaccionario. Es más, el hecho de haber sido designado
por el Gobierno provisional como canónigo de Cádiz, muestra que era una persona del agrado de los revolucionarios. Debía tener contactos entre los progresistas o al menos no rehusaba entrar en negociaciones en caso necesario con ellos. Como ejemplo, en noviembre de 1870 fue designado para reemplazar a Vicente Calvo en la misión de negociar en Madrid acerca del cargo contra el Cabildo Catedral por incumplimiento del decreto de incautación de obras pías y patronatos. Tampoco tuvo ningún inconveniente en enero de 1871 en conferenciar con el Ayuntamiento gaditano (constituido fundamentalmente en aquellos momentos por progresistas y unionistas) para decidir sobre el modo de organizar un funeral en la catedral por el alma del general Prim, uno de los pilares de la revolución de septiembre de 1868 y conocido masón.
Sus folletos contra los protestantes de Cádiz eran duros e inflexibles en el aspecto dogmático y en el terreno de las creencias, pero se mostraban totalmente respetuosos con las libertades individuales y cualquier opción política, incluyendo las revolucionarias. Por ejemplo, en la tercera carta de su Epistolario, titulada “Están juzgados” y fechada el 8 de julio de 1871 el Padre Cayetano dice a los fieles católicos de Cádiz: “Sed monárquicos, sed republicanos, abrazaros a la bandera que más os plazca, de cualquier modo estaréis limpios, porque habréis sido libres para elegir y decidiros; pero si cambiáis vuestras puras y venerandas creencias religiosas por el inmundo y asqueroso plato de lentejas que os ofrecen los protestantes quedaréis manchados, ensuciadas vuestras frentes y empequeñecidos a la presencia de vuestros hermanos” (Cursiva en el original). Más adelante, en la misma carta, solo considera inadmisible la libertad de conciencia, porque para él la conciencia “es lo único que Dios no ha hecho libre en el hombre”.
Sus folletos contra los protestantes de Cádiz eran duros e inflexibles en el aspecto dogmático y en el terreno de las creencias, pero se mostraban totalmente respetuosos con las libertades individuales y cualquier opción política, incluyendo las revolucionarias. Por ejemplo, en la tercera carta de su Epistolario, titulada “Están juzgados” y fechada el 8 de julio de 1871 el Padre Cayetano dice a los fieles católicos de Cádiz: “Sed monárquicos, sed republicanos, abrazaros a la bandera que más os plazca, de cualquier modo estaréis limpios, porque habréis sido libres para elegir y decidiros; pero si cambiáis vuestras puras y venerandas creencias religiosas por el inmundo y asqueroso plato de lentejas que os ofrecen los protestantes quedaréis manchados, ensuciadas vuestras frentes y empequeñecidos a la presencia de vuestros hermanos” (Cursiva en el original). Más adelante, en la misma carta, solo considera inadmisible la libertad de conciencia, porque para él la conciencia “es lo único que Dios no ha hecho libre en el hombre”.
JOSÉ AGUSTÍN ESCUDERO, OTRO PROTESTANTE QUE ACTUÓ EN CÁDIZ POR ESTAS FECHAS Y FUE OBJETO DE LAS AGRIAS CRÍTICAS DEL PADRE CAYETANO
Respecto al número de neófitos disidentes de
Cádiz no hay datos seguros. Si se tuviera en cuenta una estimación del Padre
Cayetano, dada con evidente
intención de ridiculizar la presencia protestante en la ciudad e indicar el
bajo nivel social de sus seguidores, se podría aventurar que estos rondarían las trescientas personas. La “estadística” daba “cuarenta gallegos hartos de pita”, que concurrían a la capilla de la calle Bilbao, “para esperar allí a la novia”. "cien artesanos que iban a reírse (...) de los absurdos que dice el pastor y las cocas de la pastora”; “treinta descalzas reales”, es decir las que acudían los días que se repartían “cinco reales por cabeza”; cinco personas de ambos sexos “sin creencias ningunas” (sic), que se habían pasado al protestantismo, “por lo que cae” (o sea, por lo que pudieran obtener de su aparente conversión); “cuatro porteros y ayos que venden su alma al diablo por cobrar un sueldo”; (...) “diez polizontes” que asistían asiduamente; y “cien protestantes extranjeros” que vivían en Cádiz. Estas cifras, tendentes a ridiculizar a los protestantes y a minimizar su impacto en la ciudad, daban la cantidad de doscientas ochenta y nueve asistentes a los actos religiosos de la capilla de la calle Bilbao, con lo que se puede deducir que su número podría ser mayor.
REFERENCIAS:
- Cartas del Padre Cayetano al Protestante Escudero, Cádiz, Imprenta de la revista Médica, 1872.
- Christian work, or The news of the churches, News series, Vol. V, London, Partridge and Co., 1870, pp. 19, 131 y 169.
- Epistolario del P. Cayetano o colección de sus once cartas a los protestantes de la Iglesia evangélica establecida en esta ciudad de Cádiz, Cádiz, Imprenta Ibérica, 1871.
- María vindicada de los insultos de los protestantes: opúsculo por el P. Cayetano en el que se refutan las blasfemias de los cuadernos tratados evangélicos nº 4, y la Virgen María y los protestantes, publicados en Madrid en 1870, Cádiz, Imprenta y litografía de la Revista Médica, de Federico Joly y Velasco, 1871.
- PUELLES y CENTENO, J. M. de, Recuerdos de mi juventud, Cádiz, Imprenta de M. Álvarez, 1907.
- The Wesleyan-Methodist Magazine for 1869, Fifth series, Vol. XV, London, Wesleyan Conference Office, 1869, pp. 469, 470 y 556.
- The Sunday School Teacher. A magazine of essays, lessons, ilustrative material, educational notes, and inteligence, vol. IV, London, Sunday School Union, 1871.
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