A pesar de los avances democráticos
del periodo 1868-1874, la participación de la mujer en las actividades
políticas o sociales en igualdad de condiciones con el hombre fue una cuestión
que no se llegó siquiera a plantear.
MARGARITA PÉREZ DE CELIS
PRESIDENTA DEL CIRCULO en 1873
No obstante, los republicanos,
partiendo de la convicción de que las creencias religiosas de las madres
contribuían a perpetuar el clericalismo en el hogar, creyeron necesario aumentar
la educación de la mujer para apartarla de la influencia excesiva de la Iglesia. Fernando
Garrido, un conocido republicano nacido en Cartagena pero muy relacionado con Cádiz, siguiendo ese
razonamiento, propugnaba la creación de clubes políticos femeninos que se
dedicaran a la beneficencia o a la educación de niñas[1].
FERNANDO GARRIDO
Cádiz contó durante el Sexenio
Democrático con una asociación exclusivamente femenina, de corte republicano y anticlerical:
la Sociedad Republicana Federal de Mariana Pineda[2].
MARIANA PINEDA, MÁRTIR LIBERAL QUE DIO NOMBRE AL CÍRCULO REPUBLICANO FEMENINO DE CÁDIZ
Dicha asociación ya existía como club republicano al menos desde septiembre de 1869[3]. Pero fue el 18 de diciembre de 1870 cuando se constituyó oficialmente y el gobernador civil lo comunicó a la Alcaldía[4]. Estaba presidida por la costurera y maestra Guillermina Rojas y Orgis[5] y la secretaria era Dolores López, que había organizado previamente, junto a otras gaditanas, una escuela femenina que sirvió de base para la fundación de la asociación. Después del traslado de Rojas a Madrid[6], la presidenta de la asociación fue la cigarrera y periodista Margarita Pérez de Celis[7].
Entre los artículos del reglamento de creación de la asociación, destaca el tercero: “La sociedad tiene por objeto la instrucción de la mujer, el conocimiento de sus derechos y deberes en toda su latitud y el mejoramiento de su clase, a cuyo fin se instruirá dentro de la doctrina democrática federal”. Se pretendía establecer cátedras de instrucción elemental y superior a medida que se lo fueran permitiendo los recursos de la asociación (artículo cinco) y fomentar toda clase de labores, trabajos e industrias que fueran útiles para las componentes de la asociación (artículo seis). Para ser socia sólo se necesitaba ser mayor de 12 años, ser presentada por otra socia y tener una intachable conducta. Tras el escrito de aprobación del Gobierno Civil, el 19 de diciembre de 1870 se comunicó la aprobación a la asociación.
Entre los artículos del reglamento de creación de la asociación, destaca el tercero: “La sociedad tiene por objeto la instrucción de la mujer, el conocimiento de sus derechos y deberes en toda su latitud y el mejoramiento de su clase, a cuyo fin se instruirá dentro de la doctrina democrática federal”. Se pretendía establecer cátedras de instrucción elemental y superior a medida que se lo fueran permitiendo los recursos de la asociación (artículo cinco) y fomentar toda clase de labores, trabajos e industrias que fueran útiles para las componentes de la asociación (artículo seis). Para ser socia sólo se necesitaba ser mayor de 12 años, ser presentada por otra socia y tener una intachable conducta. Tras el escrito de aprobación del Gobierno Civil, el 19 de diciembre de 1870 se comunicó la aprobación a la asociación.
En 1873 el Círculo Mariana Pineda tuvo una actuación destacada con ocasión del anunciado derribo del convento de agustinas calzadas de la Candelaria. El día 28 de marzo, el periódico local moderado y confesional El
Comercio hacía alusión a una manifestación de hombres y mujeres contra el
convento, realizada simultáneamente a su abandono, para que sirviera de
contraste con el dolor de los fieles, pero obviaba la que tuvo lugar antes de la exclaustración de las monjas, el día 27,
formada exclusivamente por mujeres del Círculo. A
primeras horas de ese día el templo de la Candelaria se había cerrado ante el
número de personas que se acercaban por sus inmediaciones. Por la mañana, las
mujeres del Círculo Mariana de Pineda, acompañadas por la banda de
música del hospicio provincial, desfilaron por la ciudad dando gritos de “Abajo los
conventos” y cantando el “Trágala”, la canción que entonaban los liberales en Cádiz
para humillar a los absolutistas desde el levantamiento de Riego. Se dirigieron
al edificio municipal, donde fueron recibidas por el alcalde, Fermín Salvocheam y varios
concejales. Margarita Pérez de Celis, en nombre del círculo, hizo entrega de un
escrito a favor de la ejecución del acuerdo municipal, reanudando a
continuación su recorrido y pasando por delante del convento dando
gritos de “Abajo Candelaria”. El escrito entregado al Ayuntamiento decía:
A los ciudadanos que componen el Ayuntamiento Popular de esta ciudad.
Habiéndose presentado en el día de ayer una manifestación de un centenar de
señoras aristócratas hipócritamente por la influencia de los curas, a pedir que
no se haga el derribo del convento de Candelaria, que está ruinoso y
denunciado; Y nosotras conociendo la dañada intención con que se han presentado
dichas señoras a pedir a esa digna corporación una cosa tan injusta, indigna de
una población culta, pedimos que no tan solo se derribe el convento en
cuestión, sino que todos los que existen, por ser estos establecimientos de
ninguna utilidad a la sociedad, a la religión y a los adelantos del siglo
diecinueve; esperando lo hagan con toda rectitud por ser de justicia. Salud y
República Federal Social[8]. (La negrita es mía)
[1] HENNESY, C. A. M., La república federal en España. Pi
y Margall y el movimiento republicano federal, 1868-1874, Madrid, Aguilar,
1966, p. 91.
[2] Sobre los antecedentes relativos a la preocupación de
los demócratas gaditanos, y en particular de Fermín Salvochea por la mejora de
la condición social de la mujer, vid. MARCHENA DOMÍNGUEZ, J., “Mujer e
ideología en el Cádiz isabelino. Las corrientes de vanguardia”, en Trocadero. Revista de Historia
Moderna y Contemporánea”, 8 y
9 (1996-7), pp. 265-76.
[3] ESPIGADO TOCINO, G., Aprender
a leer y escribir en el Cádiz del Ochocientos, Cádiz, Servicio de Publicaciones
de la Universidad de Cádiz, 1996, p. 139.
[4] Archivo Municipal de Cádiz, Caja 493,
“Asociaciones y Sociedades”. Expediente 349 de 1870. El comunicado del
gobernador civil al Ayuntamiento decía: “Examinado
por este Gobierno de Provincia el reglamento adjunto de la sociedad republicana
federal de “Mariana Pineda”, y de conformidad con el parecer de V.S., he
acordado permitir la existencia de dicha asociación”.
[5] Sobre Guillermina Rojas, veáse:
GLORIA ESPIGADO TOCINO,
G.:
“Experiencia
e identidad de una internacionalista: trazos biográficos de Guillermina Rojas
Orgis”, Arenal. Revista de historia de mujeres, 12 (2005), pp. 255-80, pp.
255-80.
“La
acción política de las republicanas durante el Sexenio Democrático, pp. 3 y 5
“Mujeres
“radicales”: internacionalistas y republicanas en España (1848-1874), en Ayer, 60 (2005), p. 39;
GUTIÉRREZ NIETO, C., Del Pupitre. Del Magisterio. Una
aproximación a la historia de la profesión y las Escuelas Normales de Cádiz, Servicio de publicaciones de la
Universidad de Cádiz, 2008. pp. 107-9.
[6] En octubre de 1871 Guillermina Rojas se había trasladado
a Madrid, formando parte activa del movimiento obrero a través de una de las
secciones de la Internacional, pues el 22 de este mes en un acto del Consejo
Federal, participó junto a otros compañeros en defensa de las acusaciones
contra la Internacional.
[7] Margarita Pérez de Celis, una precursora del feminismo
en España, fue directora de la publicación gaditana dedicada a difundir las
doctrinas de Charles Fourier, El
Pénsil Gaditano, luego El
Nuevo Pénsil de Iberia, y
redactora de La Buena Nueva.
Vid. RAMÍREZ ALMAZÁN, Mª D., “Las fourieristas gaditanas y la reivindicación de
los derechos de la mujer: La mujer y la sociedad de Rosa Marina”, en AA.VV. Las revolucionarias. Literatura e insumisión femenina, Sevilla, Archive
Editores, 2009, pp. 513-529. JIMÉNEZ MORELL, I., La prensa femenina en España (Desde
sus orígenes hasta 1868), Madrid, Ediciones de la Torre, 1992, pp. 47, 104,
106 y 116. ESPIGADO TOCINO, «Mujeres “radicales”: Utópicas, internacionalistas
y republicanas en España (1848-1874)», en Ayer, 60 (2005), pp. 21-31.