Si la reacción de la autoridad eclesiástica gaditana hacia los protestantes
durante el Sexenio Democrático español (1868-1874) fue coherente con el rechazo generalizado del
Clero católico a la libertad de cultos, la de la autoridad municipal no siempre
siguió la línea que se podía esperar, como parte integrante que era de la revolución.
Las corporaciones municipales de Cádiz se mostraron poco favorables a
permitir las ventajas que se desprendían de la Constitución de 1869 para los no
católicos, pudiéndose comprobar a veces que la proclamación de la libertad de
cultos en la Constitución de 1869 obedecía más a una decisión política, necesaria, que a la existencia de
un ambiente general de tolerancia religiosa. A pesar de que la Constitución garantizaba el derecho de todos a mostrar públicamente su fe, los
protestantes siguieron teniendo algunas dificultades para poder hacerlo.
ARTÍCULO 21 DE LA CONSTITUCIÓN DE 1869
Esta actitud de rechazo hacia los evangélicos no solo se produjo en los
progresistas y unionistas locales, que seguían los dictados políticos de un
Gobierno, sino también, con otra intensidad, en los republicanos .
Como ejemplo, se puede traer aquí el relato de un acontecimiento
ocurrido prácticamente al tiempo que se aprobaba la Constitución. El 5 de julio
de 1869, recién aprobada dicha norma, el alcalde republicano de Cádiz, Rafael
Guillén Estévez, recibió del gobernador eclesiástico una protesta por un
enterramiento de un protestante, cuyo cadáver se había “mostrado públicamente”
por el paseo de Extramuros. Según la Constitución recién aprobada, no debía
haberse admitido la protesta, pues los protestantes ya no tenían necesidad de
hacer los traslados de sus cadáveres de noche y a escondidas. Sin embargo, la
respuesta del alcalde se mostró, a primera vista, muy comprensiva con la Diócesis:
“Con
pena he sabido este hecho, que le noticia el cura ecónomo de San José y para
que no se repita este abuso, prevengo en el día de hoy al pedáneo de Extramuros
prohíba el tránsito de cadáveres por el paseo, redoblando su vigilancia
y la de mis delegados a quienes exigiré la responsabilidad si infringen las
disposiciones que el Municipio tiene acordadas sobre el particular de que me
ocupo”[1].
(La negrita
es mía)
La
conducción del cortejo fúnebre por el paseo de Extramuros, con toda
probabilidad en dirección al cementerio inglés situado entre la Iglesia de San
José y la Segunda Aguada, debía haberse considerado un hecho normal tras
haberse decretado recientemente por la Constitución el derecho de cada cual a
manifestar su religión públicamente. Pero esto no resultó ser así en la
práctica.
IMAGEN ANTIGUA DEL PASEO DE EXTRAMUROS DE CÁDIZ
Resulta, aparentemente, contradictoria la reacción del Ayuntamiento republicano, que iba a demostrar en
otras ocasiones su intención de imponer en la ciudad un laicismo mucho más
rotundo del que determinaba la Constitución. Conviene aclarar, con todo, que
el Ayuntamiento de Guillén fue siempre
muy tolerante a la hora de permitir manifestaciones religiosas católicas
tradicionales, como la procesión del Corpus Christie o las de Semana Santa,
aunque no participase en ellas. Y esto puede hacer pensar que, incluso entre los
republicanos, o al menos entre los más templados, como lo era el alcalde Rafael Guillén[2],
había un rechazo, tal vez inconsciente,
hacia los protestantes.
Tal
vez la clave está en la frase que he puesto en negrita. Nótese que la esta no
se refiere a los cadáveres de los protestantes, sino a todos los cadáveres en
general. De esta forma, parece muy probable que lo que el alcalde republicano Guillén hizo fue aprovechar
la protesta del gobernador eclesiástico para prohibir que los desfiles
funerarios pasasen por la calle principal que va hacia ambos cementerios,
municipal y anglicano. De esta manera, lo que se había era restringir
indirectamente el culto público en general, pues hacerlo directamente era
ponerse explícitamente en contra de la norma constitucional.
[1] Archivo Histórico de la
Diócesis de Cádiz, legajo 174, Oficio del alcalde al gobernador
eclesiástico, 8 de julio de 1869.
[2]
Guillén era católico. Al menos así se declaraba en julio de 1872 cuando, siendo
concejal de un Ayuntamiento de mayoría radical y minoría republicana, se oponía
a la celebración de un tedéum en la catedral de Cádiz, a raíz del atentado
reciente contra el rey D. Amadeo, afirmando que todos los concejales
eran católicos, aunque “el ente moral Ayuntamiento no debía profesar ninguna
religión”. Archivo Municipal de Cádiz, Actas Capitulares, 23 de julio de 1872,
núm. 8, punto 17.
MÁS INFORMACIÓN EN MI LIBRO:
relinks.me/B00HLM34HM
VÉASE TAMBIÉN MI ARTÍCULO:
http://e-spacio.uned.es/fez/eserv/bibliuned:ETFSerieV-2012-24-6065/Documento.pdf
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